viernes, 11 de mayo de 2012

VATICANO VERGONZOSO




La iglesia ha librado siempre una batalla con su propio personal corroído por el vicio en la que ha llevado todas las de perder. El problema ha sido que en muchos casos las transgresiones de la política oficial comenzaban en la cúspide.
Uno de los primeros papas, Sixto III (432-440), fue juzgado por otros eclesiásticos por seducir a una monja. Fue absuelto tras citar en su defensa unas palabras de Cristo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que arroje la primera piedra”. En los siglos siguientes, los tejemanejes políticos y un proceso de elección corrompido impulsaron al cargo a un candidato inverosímil tras otro, ante la mirada impotente y horrorizada de los creyentes temerosos de Dios.
Y de ahí surge este estudio que tiene como objetivo el repasar la vida de algunos pontífices cuyos actos “peculiares” parecen ir en total contradicción con el mensaje de amor, respeto y tolerancia que reflejan los Evangelios que deberían representar.
Resulta casi imposible dar una cifra concreta de cuántos de los 265 papas que ha tenido la iglesia de Roma pueden ser clasificados como “indignos”. Pero lo que está claro, tras revisar lo que nos dice la historia, es que los pontífices no suelen ser tan buenos como pretenden la mayor parte de los católicos. De hecho, como se podrá comprobar en este estudio, incluso algunos de los que han sido “galardonados” con la beatificación o la santidad cuentan en sus biografías con episodios bastante comprometedores.
Por supuesto, quiero dejar bien claro que no pretendo ir contra las creencias de nadie ni este estudio será alegato anticatólico. Se trata simplemente de hacer un repaso histórico a las vidas de unos hombres, que como todos, se vieron sujetos a las mismas pasiones que el resto de los mortales. La diferencia principal estriba en que estos hombres fueron la cabeza suprema de una Iglesia que tras ascender hasta la cúpula del poder terrenal, se han dedicado a coronar y deponer reyes, imponer una moral con tintes apocalípticos a sus detractores y todo con el parapeto de una elección “divina” y una infalibilidad en lo dicho por el papa, que le sitúa por encima del resto de los mortales.
Así que vamos a repasar unas cuantas macabras historias de profanación de cadáveres, asesinatos, intrigas, violaciones, masacres en nombre de Dios… (N. del A. entre paréntesis se hace referencia de los años de su pontificado).








SAN DÁMASO (366-384)

Tras ser elegido papa se le opuso un diácono llamado Ursino. Los seguidores de Dámaso acorralaron a los partidarios de Ursino y asesinaron a 160 de ellos en una iglesia de Trastevere. Poco tiempo después fue acusado de adulterio y asesinato, aunque el emperador Teodosio impidió que se celebrase juicio alguno. Se distinguió por su persecución de arrianos, priscilianos, apolinaristas y macedonianos.










ESTEBAN VI (896-897)

Tras su elección ordenó desenterrar a su antecesor Formoso para someterlo a juicio en un concilio que reunió a tal fin y que ha pasado a la historia como el “Concilio cadavérico” o “Sínodo del terror”. En este “sínodo gore” celebraron un juicio al cadáver, le encontraron culpable, le amputaron los dedos que se utilizan para bendecir y tiraron su cadáver al río Tiber, tras arrastrar los restos por las calles de Roma. Enterado el pueblo de estos actos, se rebeló contra el papa encarcelándole para luego darle muerte por estrangulación.








SERGIO III (904-911)

Conocido como “esclavo de todos los vicios” por sus cardenales, llegó al poder tras asesinar a su predecesor y tuvo un hijo con su amante adolescente, treinta años más joven que él, la prostituta Marozia; el hijo ilegítimo de la pareja pasaría a ser el papa siguiente. Los más altos puestos del Vaticano se adjudicaban mediante subasta, como si fueran baratijas, y el papado inició su “siglo oscuro”.






JUAN XII (955-963)

A sus dieciséis años, fue acusado de acostarse con sus dos hermanas y de la invención de un catálogo de vergonzosos nuevos pecados. Descrito por un historiador de la Iglesia como “la escoria misma”, convirtió el palacio Luterano en un prostíbulo donde obligaba a prostituirse a las hijas de los nobles romanos, y donde también abundaban para su deleite propio jovencitos adolescentes, a los que premiaba nombrándoles obispos. Murió a los veintisiete años, cuando el marido de una de sus amantes irrumpió en su dormitorio, le descubrió in fraganti y le destronó el cráneo con un martillo.






BONIFACIO VII (974/984-985)

Se le considera más bien antipapa, fue nombrado papa por patricios romanos, pero al no ser confirmado por el emperador Oton I hubo de huir de Roma, llevándose parte del tesoro papal y dándole tiempo a estrangular al papa legitimo Benedicto VI. Tras diez años de exilio retornó a Roma y consiguió ocupar el solio pontificio casi durante un año. Encarcela al papa que entonces regía los destinos de la Iglesia, Juan XIV, al que hace morir de hambre por lo que Bonifacio VII está considerado como el asesino de dos papas. Falleció asesinado el 20 de julio de 985, siendo su cadáver mutilado y arrastrado por las calles romanas hasta terminar expuesto a los pies de la estatua de Constantino.








BENEDICTO IX (1032-1045)
Llega a la silla pontificia gracias a que su padre, el Conde Alberico III, que era el verdadero dueño de Roma, soborna a la Curia y consigue para su hijo tan preciado puesto a la edad de 14 años. Escandalizaba continuamente incluso a sus cardenales más curtidos pervirtiendo a niños de corta edad en el palacio de Letrán. Arrepentido de sus pecados, abdicó para retirarse a un monasterio, pero cambió de parecer y volvió a ocupar el cargo. Era “un desdichado que festejaba la inmoralidad – escribió san Pedro Damión -, un demonio del infierno disfrazado de sacerdote”.






BONIFACIO VIII (1294-1303)
Su primer acto como pontífice, fue ordenar el encarcelamiento en el castillo de Fumore, del dimisionario Celestino V que era el anterior papa que había dimitido como tal. Después de masacrar a la población entera de la ciudad italiana de Palestrina, se dio a arreglos con una mujer casada y la hija de esta y adquirió renombre en toda Roma como pedófilo desvergonzado. Proclamó en célebres palabras que mantener relaciones sexuales con niños no era más pecaminoso que frotar una mano contra la otra, lo cual debería servir para nombrarle patrón de los sacerdotes “abusa niños/as” de nuestros días. El poeta Dante reservó un lugar para él en el octavo círculo del infierno.








SIXTO IV (1471-1484)

Como muchos papas, Sixto IV incurrió en el nepotismo. Nombró en cargos de autoridad y de ingresos a más de 25 sobrinos y parientes, entre ellos 8 cardenales. Casó dos sobrinos con princesas bastardas de Nápoles, otro con la heredera del Ducado de Urbino, otro con los Sforza de Milán. Todo tan rápidamente y en tan poco tiempo que nadie llegaba a hacer el recuento de aquella parentela. Tuvo seis hijos ilegítimos, uno de ellos con su hermana. Recaudó un impuesto eclesiástico sobre las prostitutas y cobraba a los sacerdotes por tener amantes.






INOCENCIO VIII (1484-1492)

Este pontificado es recordado como la Edad de Oro de los Bastardos: reconoció a ocho hijos ilegítimos y se sabe que tuvo muchos más, aunque entre amorío y amorío encontró tiempo para poner en marcha la Inquisición. En su lecho de muerte ordenó que una bonita ama de cría le diera leche fresca de su pecho, falleció el 25 de julio de 1492 tras un intento fallido de transfusión de sangre vía oral usando la sangre de tres niños de 10 años de edad, esto también provocó la muerte de los niños por choque hipovolémico.






ALEJANDRO VI (1492-1503)

El despiadado Rodrigo Borgia, que adoptó el nombre de Alejandro VI, presidió más orgías que misas, escribió Edward Gibbon. Uno de los platos fuertes de su carrera fue la “Justa de las putas” de 1501, en la que se invitó a cincuenta bailarinas a desvestirse lentamente en torno a la mesa del papa. Alejandro y sus parientes arrojaban con regocijo castañas al suelo, y obligaban a las mujeres a postrarse a sus pies como si fueran cerdos; después ofrecieron premios en forma de finos ropajes y alhajas para el hombre que pudiera fornicar con el mayor número de mujeres. Otro de los pasatiempos de Alejandro era ver copular a los caballos, lo que le hacía “desternillarse de risa”. Tras su muerte -, el cuerpo de este papa fue expulsado de la basílica de San Pedro por considerarlo demasiado malvado para ser enterrado en suelo sagrado.








JULIO II (1503-1513)

Es recordado por haber encargado a Miguel Ángel los frescos del techo de la Capilla Sixtina. Fue también el primer papa que contrajo el “mal francés”, la sífilis, de prostitutos de Roma. El Viernes Santo de 1508 no pudo dejar que los fieles le basaran los pies por tenerlos completamente cubiertos de úlceras de la sífilis.






JULIO III (1550-1555)
El romántico recalcitrante Julio III se enamoró de un joven y apuesto mendigo a quien vio peleándose en la calle con el mono de un vendedor ambulante. El papa nombró cardenal a aquel golfillo analfabeto de diecisiete años, lo que inspiró un poema épico, “En elogio de la sodomía”, escrito probablemente por un arzobispo descontento, dedicado en su honor.




Si después de comprobar que sistemáticamente la iglesia, paradigma de la comprensión y la “eterna felicidad” no solo se dedica a tapar y esconder la realidad de sus miembros (no todos, pero si un gran número) si no que además, mientras ellos hacen lo que quieren (a lo largo de 20 siglos) nos dicen como debemos vivir nuestra vida, y debemos actuar como dicen ellos (no como algunos de ellos actúan) pues…

Por supuesto, aquí podréis echar en falta los papas que tuvieron las cristianas ideas de instaurar la caza de brujas, la inquisición o las cruzadas. Pero eso ya es harina gruesa que analizaremos en otro estudio, por falta de materia prima no será.

2 comentarios:

  1. Excelente, ya que hablamos de representantes de la iglesia y que lo incluiste en tu lista, te voy a recomendar un buen libro, LOS BORGIA, de Mario Puzo, en lo personal un excelente libro. Si lo puedes leer me dices tus impresiones. Saludos Eloy. San Oviedo.

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    1. Ummm, sí leí el libro el año pasado y me encantó. Tal vez si tengo que ponerle algún pero, se nota algo que desgraciadamente lo dejó inacabado al sobrevenirle la muerte y aunque Carol Gino hace un encomiable trabajo al final decae un poquito. Ahora, lo mejor es que se nota lo bien documentado que fue escrito.
      Tienes que tener en cuenta que los Borgia eran españoles, de Valencia y aquí hay un montón de libros sobre ellos y series de televisión, etc.

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