miércoles, 25 de abril de 2012

MITOS Y LEYENDAS




 
Leviatán & Behemot:
“Esa serpiente sinuosa… el dragón que se encuentra en el mar”. Así era Leviatán, la bestia más tremenda y espectacular de entre las bestias de Dios, descrita en el Libro de Isaías.
El quinto día de la Creación, día en que Dios dio forma e infundió vida a todas las criaturas del mar, creó al poderoso y magnífico dragón serpiente Leviatán para que sirviera de gobernante de este extenso reino marino. Las ilimitadas espirales de su inmenso y largo cuerpo se encontraban revestidas de una cubierta impermeable de escamas montadas unas sobre otras y trillaba sobre el agua con una fuerza tan explosiva que las profundidades del océano hervían como una caldera insondable.
Sus más de 300 incandescentes ojos iluminaban los mares lejanos y los cielos con su brillo radiante. El vapor hirviente salía disparado de sus llameantes orificios nasales, y brillantes lenguas de fuego bailaban procedentes de sus enormes fauces.
Ninguna herramienta mortal podía penetrar la armadura reluciente de sus escamas de Leviatán, ningún ser vivo en la tierra podía oponerse a su poder, y nada podía prender una chispa de miedo en su firme e indestructible corazón. Los dragones de interminable longitud eran devorados como ratones, y las aguas del río Jordán se vaciaban en sus fauces carnívoras, rebosantes de dientes de aterradora magnitud y cantidad.  Tras su paso por el océano, las olas relumbraban como lentejuelas de escarcha fosforescente, y todo el mundo se maravilla ante el asombroso Leviatán.
Al principio, Dios creó un par de estas fantásticas bestias, pero cuando quedó latente que su poder colectivo era tan impresionante que el mundo entero se encontraba amenazado por la posibilidad de que existiera una raza de este tipo de criaturas, Dios destruyó a una de ellas. Como medida complementaria, creó al espinoso. Este pez diminuto fue concebido por Dios para contrarrestar los salvajes excesos del superviviente Leviatán, al cual le concedió la inmortalidad, en compensación por la pérdida de su pareja.
Aunque tradicionalmente se considera a Leviatán único y macho, de acuerdo con el Libro de Enoch en los textos apócrifos, es hembra, y su homólogo masculino es Behemot, que habita un inconmensurable desierto llamado Dedain – donde permanecerá hasta el Día del Juicio, donde finalmente se le dará muerte.
Su historia se puede encontrar en Job 41, Isaías 27, Salmo 74:13-14 y Génesis 1:21



 CARONTE:
Caronte es un genio del mundo infernal, hijo de Érebo y Nix.. Su misión es pasar las almas, a través de los pantanos del Aqueronte, hasta la orilla opuesta del río de los muertos; éstos, en pago, deben darle un óbolo. De ahí la costumbre de introducir una moneda en la boca del cadáver en el momento de enterrarlo. Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, hasta que Caronte accedía a portearlos sin cobrar. Se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz (o, en ocasiones, como un demonio alado con un martillo doble) que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba en la orilla del Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje (entre uno y tres óbolos). En Las ranas, Aristófanes muestra a Caronte escupiendo insultos sobre la gente obesa.



 ABRAXAS:
” El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. Quien quiere nacer tiene que romper un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El Dios es Abraxas”. Estas frases de Hermann Hesse, en su novela  “Demian”, son posiblemente la referencia moderna por la que más gente se ha interesado por este Dios o ser de la mitología antigua. En la figura de Abraxas confluye todo; el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la sabiduría y la ignorancia, el amigo y el traidor. Por lo tanto, Abraxas es Dios y Demonio al mismo tiempo.
También llamado Abrasax o Abracax, por los etruscos, y Abrxia, por los druidas celtas, este Dios es de origen Gnóstico y se suele representar con la figura de un ser con cabeza de gallo y con dos serpientes con cabeza en lugar de piernas. La mayoría de veces con armadura en el pecho y siempre con armado de látigo y escudo. La palabra Abraxas es simbólica pues cada una de las letras correspondía con uno de los planetas conocidos en aquella época y la suma de sus letras da 365, el equivalente a un año. Es posible que los primeros Gnósticos tomaran esta Deidad del Dios egipcio abrak sax, que significaba “Palabra sagrada”. Y también es muy posible que la famosa frase abracadabra, que todos hemos dicho y escuchado en muchas ocasiones provenga de este Dios.



 La historia de Eros y Psique:
Psique es el nombre del alma. También es el de la heroína de una leyenda que nos ha sido transmitida por Apuleyo en sus Metamorfosis. Psique, hija de un rey, tenía dos hermanas. Las tres eran hermosísimas, pero la belleza de Psique era sobrehumana; de todas partes acudían a admirarla. Sin embargo, mientras sus hermanas se habían casado, a Psique nadie la quería por esposa, pues su misma belleza asustaba a los pretendientes.
Desesperando de poder casarla, su padre consultó al oráculo, el cual le aconsejó que ataviase a su hija como para una boda y la abandonase en una roca, donde un monstruo horrible iría a posesionarse de ella.
Sus padres quedaron desolados; sin embargo, vistieron a la joven, y, en medio de un fúnebre cortejo, al condujeron a la cima de la montaña indicada por el oráculo. Luego la dejaron sola y se retiraron a su palacio. Psique, abandonada, era presa de desesperación. Y he aquí que de pronto se sintió arrastrada por el viento y levantada por los aires. El viento la sostuvo suavemente y la depositó en un profundo valle, sobre un lecho de verde césped. Psique, extenuada por tantas emociones, se quedó profundamente dormida y, al despertar, encontróse en el jardín de un magnífico palacio, todo él de oro y mármol.
Penetró en las habitaciones, cuyas puertas se abrían a su paso, y fue acogida por unas voces que la guiaron y le revelaron que eran otras tantas esclavas a su servicio. Así transcurrió el día, de sorpresa en sorpresa y de maravilla en maravilla. Al atardecer, Psique sintió una presencia a su lado: era el esposo de quién había hablado el oráculo; ella no lo vio, pero no le pareció tan monstruoso como temía. Su marido no le dijo quién era, y le advirtió que era imposible que ella le viera si no quería perderlo para siempre. Esta existencia continuó por espacio de varias semanas. Durante el día, Psique estaba sola en su palacio, lleno de voces; por la noche su esposo se reunía con ella, y Psique se sentía muy feliz.
Pero un día sintió añoranza de su familia y se puso a compadecer a su padre y a su madre, que sin duda la creían muerta, y pidió a su esposo permiso para volverse por un tiempo a su lado. Tras muchas súplicas, y a pesar de que se le hicieron ver los peligros que esta ausencia significaba, Psique acabó saliéndose con la suya. De nuevo el viento la transportó a la cumbre de la peña donde la habían abandonado, y desde ella le fue muy fácil regresar a su casa. La recibieron con gran alegría, y sus hermanas que residían por su matrimonio lejos de allí, fueron a visitarla.
Cuando vieron a su hermana tan feliz y recibieron los regalos que les había traído, se apoderó de ellas una gran envidia, y extremaron su ingenio para hacer surgir la duda en su alma y hacerle confesar que jamás había visto a su marido. Finalmente, la convencieron de que ocultase una lámpara durante la noche, y, a su luz, mientras él durmiese, contemplase la figura de aquél a quien amaba.
Volvió Psique a su morada, llevó a cabo lo que se le había aconsejado, y descubrió, dormido a su lado, a un hermoso adolescente. Emocionada por el descubrimiento, le tembló la mano que sostenía la lámpara y dejó caer sobre él una gota de aceite hirviendo. Al sentirse quemado, Amor (Eros) pues tal era el monstruo cruel a quien se había referido el oráculo, despertó y cumpliendo la amenaza que había dirigido a Psique, huyó en el acto para no volver jamás.
Al faltarle la protección de Amor, la pobre Psique se lanzó a errar por el mundo; la perseguía la cólera de Afrodita, indignada de su belleza. Ninguna divinidad quería acogerla. Finalmente, cayó en manos de la diosa, que la encerró en su palacio, la atormentó de mil maneras y le impuso varias obligaciones: seleccionar semillas, recoger lana de corderos salvajes, y, finalmente, descender a los Infiernos. Allí debía pedir a Perséfone un frasco de agua de Juvenancia. Le estaba prohibido abrirlo, mas, por desgracia, Psique desobedeció cuando regresaba y quedó sumida en un profundo sueño.
Mientras tanto, Amor estaba desesperado; no podía olvidar a Psique. Al verla sumida en su sueño mágico, voló hacia ella y la despertó de un flechazo; luego subió al Olimpo y suplicó a Zeus que le permitiese casarse con esta mortal. Zeus le otorgó lo que pedía convirtiéndola en inmortal, y Psique se reconcilió con Afrodita.



 GALATEA:
Durante mucho tiempo Pigmalión, Rey de Chipre, había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas.
Al rey no le gustaban las mujeres, y vivió en soledad durante mucho tiempo. Cansado de la situación en la que estaba, empezó a esculpir una estatua de mujer con rasgos perfectos y hermosos. Así, realizó la estatua de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa que se enamoró de ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida. El rey se sentía atraído por su propia obra, y no podía dejar de pensar en su amada de marfil.
En una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Venus que se celebraba en la isla, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida a su amada estatua. La diosa, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Pigmalión no entendió la señal y se fue a su casa muy decepcionado. Al volver a casa, contempló la estatua durante horas. Después de mucho tiempo, el artista se levantó, y besó a la estatua. Pigmalión ya no sintió los helados labios de marfil, sino que sintió una suave y cálida piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador. Venus terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad, y tuvieron una hija llamada Pafo, que más tarde sería a su vez la madre de Cíniras.



 LILIT:
El origen de Lilit parece hallarse en Lilitu y Ardat Lili, dos demonios femeninos mesopotámicos, relacionadas a su vez con el espíritu maligno Lilu. En los nombres de esta familia de demonios aparece la palabra lil, que significa ‘viento’, ‘aire’ o ‘espíritu’.
Los judíos exiliados en Babilonia llevaron a su tierra de origen la creencia en esta criatura maligna, se trata de un demonio femenino de la noche, similar a un súcubo, que vuela por los aires, mata a recién nacidos y seduce  a los hombres para poder dar a luz a más demonios.
Las leyendas sobre Lilith son realmente antiguas. En una versión de la épica de Gilgamesh, la diosa Ishtar (en Sumeria su nombre era Inanna) planta un sauce sagrado en su santuario, planificando utilizar la madera para construir un trono mágico. Pero cuando intenta talar el árbol, descubre en la base a una serpiente que no consigue hechizar, a un pájaro zu anidando en sus ramas y a la Doncella de la Oscuridad, Lilith, viviendo en el tronco. Cuando Gilgamesh mata a la serpiente, Lilith huye.
Este mito puede ser el origen de las representaciones gráficas de Lilith como una bella mujer desnuda que sostiene el anillo y la vara del poder, tiene alas y muestra patas de pájaro zu en lugar de pies.
En el folclore judío talmúdico del siglo IV se asegura que Lilith fue la primera esposa de Adán. Seductora y encantadora, fue creada por Dios en respuesta al pedido de Adán de una compañera. Sin embargo, Lilith se niega a situarse sumisamente abajo Adán cuando éste intenta obligarla a mantener relaciones sexuales, y le abandona. Entonces se une a los espíritus malignos próximos al mar Muerto, donde cada día da a luz a más de cien demonios.
Una leyenda musulmana afirma que formó pareja con Satanás y que el fruto de esa unión fue el demonio Djiin. Para castigarla por su desobediencia, Dios mata a algunos de sus hijos diariamente.
En venganza, Lilith se dedica a capturar recién nacidos, en especial varones. En tiempos tan actuales como el siglo XVIII, era muy común que en Europa se protegiera a los recién nacidos con un amuleto que llevaba las imágenes de Adán y Eva, los nombres de los tres ángeles que fueron enviados a traer a Lilith nuevamente a los brazos de Adán y las frases “prohíbe la entrada a Lilith” y “protege a este niño de todo daño”.
Durante siglos, el personaje de Lilith ha sido usado desde los púlpitos como ejemplo moralizante de lo que podía suceder a una mujer  en caso de no guardar sumisión ante su esposo. Afortunadamente, aunque no en todos los lugares ni culturas, las Liliths ya no están consideradas como demonios sino todo lo contrario y este mito a quedado como un símbolo retrógrado.  Por desgracia, como he dicho anteriormente, todavía existen muchos países en los que la suerte de las mujeres corre análoga a la de Lilith cuando se niegan a situarse bajo sus esposos.



 HERMAFRODITO:
En general, se da el nombre de hermafroditos a todos los seres que tienen doble naturaleza, masculina y femenina. De modo particular, los mitógrafos conocen con este nombre a un hijo de Afrodita y Hermes, del cual contaban la siguiente leyenda:
Hermafrodito, cuyo nombre recordaba a la vez los de su madre y su padre, había sido criado por las ninfas en los bosques de Ida de Frigia. Estaba dotado de gran belleza, y a los quince años se lanzó a correr mundo y viajó por el Asia Menor. Encontrándose en Caria llegó un día a los márgenes de un lago de maravillosa hermosura. La ninfa de este lago, llamada Salmacis, se enamoró de él al momento, pero al declararle su amor, él la rechazó.
La ninfa, entonces, aparentó resignarse y se ocultó, mientras el joven, seducido por la limpidez del agua, se quitaba el vestido y se zambullía en el lago. Cuando Salmacis lo vio en sus dominios y a su merced, fue hacia él, y lo estrechó en tanto que Hermafrodito se esforzaba inútilmente por soltarse. Ella dirigió una plegaria a los dioses pidiéndoles que jamás pudiesen separarse sus dos cuerpos. Los dioses la escucharon, y los unieron en un nuevo ser, dotado de doble naturaleza. Por su parte, Hermafrodito obtuvo del cielo que quienquiera que se bañase en las aguas del lago Salmacis, perdiese su virilidad. En tiempos de Estrabón se creía aún que el lago poseía esta propiedad.

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